El mundo es tan efímero y el tiempo
tan pero tan corto que a veces me pregunto por qué nos preocupamos y nos
detenemos en las "pequeñeces inmundas" de la vida. Esas cosas que
hacen que minutos de tu vida sean desperdiciados pudiéndolos haber invertido en
alguna otra cosa. Por ejemplo, para que gastar tiempo en desatarte los
cordones, para que gastar tiempo en ver el pronóstico antes de salir si nunca
le pega, para que perder horas en mirar todas las fotos de su perfil de Facebook
si lo que de verdad vale es el face to face.
Por qué dejamos que el día soleado
se diluya en una larga siesta y que los mates entre amigos se resuman en
caritas que nos enviamos sólo por WhatsApp. Soy partidaria de que las bandas
hay verlas en vivo. De que el olor a pasto mojado impregnado en tu nariz, te
anuncia que un gran día recién está comenzando. De que el mejor sabor es el de
una galletita quemada, porque la hiciste vos y no te la vendió el chino de a
dos cuadras de tu casa.
No dejemos que el “en línea” nos
robe el “en vivo” de un día que no va a volver a repetirse…